Pequeños emperadores, Ley del Hijo Único

Niños de China

El príncipe destronado es un fenómeno que en China raras veces se da. La Ley del Hijo Único tiene la culpa de que en los hogares chinos el pequeño emperador disfrute de unos privilegios en exclusividad, para convertirlo en el pequeño tirano de la casa.

Padres sometidos a los caprichos de un hijo consentido que no entiende el significado de la palabra “no” o “bù” porque ellos mismos se la han ocultado para que el pequeño no deje de reír, se sienta querido, protegido y no sufra. Al final, el niño consciente de su poder actúa en su propio beneficio sometiendo a sus padres a los dictados de sus caprichos.

Siempre se ha hablado de la conveniencia o no del exceso de actividades extraescolares. En China, es un signo de distinción entre las familias. Los padres con economías boyantes no dudan en matricular a sus hijos a todo tipo de actividades, sin pararse a pensar que lo que tienen es un niño, no una máquina.

Aprender un idioma (en la actualidad el español tiene una alta demanda en el gigante asiático) aprender a tocar un instrumento musical, la práctica de diferentes deportes –más después de la celebración de los Juegos Olímpicos en Beijing– son las ocupaciones por excelencia de los niños chinos cuando salen del colegio. Se les exige ser los mejores en cada una de las diferentes prácticas, independientemente de que les guste o no hacerlo. La disciplina se impone al ocio en China. El hecho de disfrutar con lo que se hace, con lo que se aprende, parece no tener espacio.

Los hijos, a través de sus padres, se percatan de que lo que hacen no lo pueden hacer otros niños como ellos, así se sienten especiales, únicos y siempre con ganas de más, sin entender muy bien por qué sucede todo eso. Mientras ellos tengan lo que piden todo irá bien. El problema es consecuencia de la Ley del hijo único y radica en que estos hijos, mimados y caprichosos no han sido educados para entender que a veces no todo puede ser como ellos quieren.

Las buenas intenciones de los padres a la hora de educar a su hijo se vuelven en su contra y cuando se quieren dar cuenta ya es demasiado tarde. Su hijo se ha convertido en un niño materialista y superficial que está convencido de que el dinero lo compra todo. Además, a esas alturas ya sabe como manejar a sus padres y está convencido de su exito.

Los niños siempre son inocentes y víctimas pero, se les puede educar para ser culpables y verdugos. El papel de los padres debe ir más allá de satisfacer los deseos inmediatos de su hijo y ser conscientes de que el “no” y el “bù” de hoy puede convertirse en una lección de vida que su hijo agradecerá mañana.

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Categorias: Cultura China



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