El uso del baño publico en China

Un piso con tres habitaciones, un salón, una cocina, dos baños y una plaza de garaje. Algo que muchos occidentales disfrutan en su país parece una utopía para muchos chinos. Hutongs construidos a base de pequeñas casas que hacen al mismo tiempo de negocio familiar son el hogar tipo de los ciudadanos más pobres del gigante dormido.

Lo que en muchas guías de viajes se presenta como un lugar que no debe perderse el turista, los hutongs, esconden un estilo de vida que más de uno esquivaría. Calles estrechas, con escasa pavimentación, de casas bajas con pequeñas ventanas y, sobre todo, sucias, muy sucias.

Ese es el aspecto que muestran los barrios de aquellos que ganan el escaso dinero para vivir, por no decir malvivir. Pero lo mejor está por descubrir. Ver a los chinos salir de su casa en pijama dirigiéndose al baño público de la calle es una clara evidencia de que ni siquiera disponen de las mínimas comodidades.

Lavabos públicos para asearse, para hacer sus necesidades diarias es la tónica general de una sociedad que ve crecer su país a un ritmo que ellos mismos ni siquiera perciben. Se están levantando modernos edificios a las espaldas de sus pequeñas calles pero ellos siguen viéndose en la obligación de salir de casa para mantenerse aseados. Sus pequeñas propiedades no dan para más que una habitación-salón donde pasan la menor parte del tiempo a lo largo del día. El calor en verano les “obliga” a desarrollar su actividad diaria en la calle. Es muy fácil ver a los chinos comer, tomar un té o, incluso, dormir al aire libre, independientemente de la hora que sea.

Con tanto ajetreo, los baños públicos son de todo menos limpios. El hedor que proviene del interior es soportable para sólo unos pocos. Una fachada que no se presenta atrayente en la mayoría de los casos y un retrete a ras del suelo son algunos de los reclamos de estos baños tan esenciales para la población. Pero cuando se está de turismo, los días enteros se pasan en la calle y la ausencia de baño dentro de los locales hace que no haya más remedio que probar este suculento lugar.

Un país de contrastes en el que los nuevos ricos disponen de todas las comodidades en sus hogares mientras que la sociedad más pobre tiene que conformarse con un pequeño espacio sin baño ni intimidad. Ahí es donde muchos guías turísticos llevan a sus clientes para que vean la verdadera China. ¿Qué pensarán ellos?