El levantamiento de los Boxers
La llamada Rebelión de los Boxers fue uno de los más oscuros episodios de la historia de China, en donde se mezclaron el descontento de las masas, el tráfico de drogas y los intereses de países extranjeros en contra de los intereses del pueblo chino. Con la primera Guerra del Opio aun reciente y un gobierno chino que trataba de terminar con la legalidad del tráfico de drogas frente a los ingleses, que no querían perder el negocio ni los ingresos, las condiciones políticas cada vez requerían más de un cambio radical.
Cuando el ejército chino, que trató de terminar con el problema por la fuerza, fue vencido, las condiciones puestas por los ingleses fueron no sólo que el tráfico seguiría vigente, sino que además deberían entregar incondicionalmente la isla de Hong Kong. Estas condiciones fueron vistas por el pueblo chino como una terrible humillación, y así se empezó a gestar una nueva revuelta.
Los Boxers (Yi–he–Tuan o Puños honrados y armoniosos) eran un grupo de activistas políticos clandestinos, cuya meta era eliminar cualquier presencia extranjera en China, y sus actividades comenzaron en el año 1899 con una terrible maniobra que tenía como principales objetivos a los misioneros cristianos, que trataban de extender el catolicismo entre los chinos. El apelativo de Boxers les fue adjudicado por los occidentales, debido a su uso de las artes marciales, el boxeo y la esgrima como herramientas de lucha contra el poder occidental.
Las condiciones políticas impuestas desde el exterior, el abuso de poder por parte de los extranjeros y una terrible hambruna que se llevó la vida de más de 6 millones de personas debido a los altos impuestos para sustentar las guerras, terminaron por sembrar un fuerte sentimiento xenófobo. Este sentimiento alimentó al movimiento de los Boxers, quienes proclamaban que terminarían hasta con el último extranjero del país.
Aunque oficialmente eran proscritos y operaban al margen del gobierno, había miembros de la Corte Real que les apoyaban, como es el caso de la Emperatriz Ci Xi, quien veían la revolución como única manera de terminar con el dominio extranjero. De esta forma, los Boxers se vieron legitimados para comenzar a actuar, y sus primeras incursiones sesgaron la vida de cerca de 230 extranjeros y varios miles de cristianos chinos.
Los días más oscuros llegaron con el asesinato del Barón Klemens von Ketteler, embajador de Alemania en China, momento en que varios países declararon la guerra a China de manera oficial. En el año 1900, los Boxers se hicieron con Tientsing, entrando en Pekín con varias cabezas de misioneros clavadas en picas. Aunque sus acciones estaban condenadas por el gobierno, muchos militares de las tropas imperiales apoyaban activamente su causa.
Las embajadas de Pekín estuvieron bajo asedio durante dos meses, pero los países extranjeros habían reunido un ejército de cerca de 20.000 soldados, que deberían enfrentarse a los cerca de 360.000 que luchaban en las filas de los Boxers, acción que llevaron a cabo en menos de dos meses, pero no sin resistencia. Las consecuencias fueron terribles para el pueblo chino, el cual fue brutalmente reprimido en los años posteriores para evitar un nuevo levantamiento.
Tras ser sofocada la rebelión, la Dinastía Qing se vio obligada a firmar el Tratado de Xinchou, que dejaba en clara desventaja a China frente a las potencias extranjeras. Sus dos principales condiciones fueron que se aplicaría la pena de muerte a los xenófobos y una importante indemnización en cuanto a territorios. El valor en recursos de esta indemnización equivalía a la mitad del producto nacional anual, lo cual precipitó la caída de la Dinastía Qing y aceleró la llegada de la República de China.
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