Historia de China, la Dinastía Qin
El periodo histórico de la Dinastía Qin, comprende los años entre el 246 y el 210 a. C. y marca el comienzo de una serie de divisiones históricas, en función de los gobernantes y sus familias. También es el inicio oficial de la historia de China, al menos así lo quiso Qin Shi Huang, quien se autoproclamó como el primer emperador. De hecho, se piensa que Qin bien podría ser el origen del nombre de «China». Qin Shi Huang logró reunir y unificar el país, instauró el sistema de gobierno imperial y centralizó el poder, con el objetivo de que éste fuese perpetuado.
Las reformas no se quedaron en el sistema de gobierno y sucesión, sino que abarcaban todo el espectro de actividades y tradiciones de los chinos. La escritura, el sistema de pesos y medidas, la moneda única y otros muchos aspectos cotidianos, como sistemas de riego y drenaje, fueron modificados y estandarizados. Además, terminó con el feudalismo y se encargó del gobierno de cada región mediante emisarios y administradores.
La construcción de la Gran Muralla comenzó durante su mandato, para proteger al nuevo imperio de la invasión por parte de los pueblos bárbaros, una titánica tarea cuyo fruto ha llegado hasta nuestros días y para la que fueron necesarios 700.000 esclavos. Por otra parte, hizo destruir prácticamente todos los registros históricos anteriores a su reinado, con la idea de que la historia de China debía empezar con él. Algunas de las normas y leyes que estableció permanecieron vigentes durante cerca de dos milenios.
Curiosamente, aunque Qin Shi Huang se mostraba contrario a la filosofía de Confucio, sí que tenía en común con éste que los gobernantes que ejercieran mal su poder, deberían de ser depuestos. Tristemente, nunca se aplicó a sí mismo esta filosofía e hizo gala de una gran crueldad, acrecentada por el consumo de mercurio. Lejos de convertirse en inmortal ingiriendo este metal (como él pensaba), sólo consiguió volverse loco durante sus últimos años. Pese a estos hechos, su legado permaneció vigente hasta la caída del último emperador en 1912.
Tras el fallecimiento de Qin Shi Huang (210 aC.) durante una inspección en la prefectura de Shaqiu, el testamento del emperador fue falsificado por Huhai, el segundo hijo de éste, obligando al primogénito del emperados, Fusu, que no sólo renunciase al trono, sino que además debía quitarse la vida. Aunque la maniobra surtió efecto, Huhai no fue emperador con plenos poderes, sino que estaba controlado por la mano de Zhao Ghao.
Tres años después de la muerte de Qin Shi Huang, comenzaron a surgir revueltas por todo el país. Poco después, el poder pasó al hijo de Fusu (el primogénito) tras el fallecimiento de Huhai, pero su vida tampoco duró demasiado, siendo asesinado en el año 206 a C. por Xiang Yu. La dinastía Qin, cuyo legado llegaría hasta el siglo XX, no duró ni siquiera 20 años sobre la tierra.
La impresionante colección de los Guerreros de Terracota, es parte de la tumba imperial de Qin Shi Huang, y aunque ya se puede considerar como de las más fastuosas obras de la antigüedad, apenas se ha excavado un 20% de la misma.
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