Emeishan, montaña sagrada de la China
Para la religión budista, cuatro son las montañas sagradas en el territorio de China: Wutai, en la provincia de Shanxi, Mutuo, en Zhejiang, Jiuhua, en Anhui, y finalmente la que hoy nos ocupa, Emei, o Emeishan (Monte Emei), en la provincia de Sichuan.
El monte Emei es hogar de antiguos monasterios, en los cuales se cree que se practicaban artes marciales, según manuscritos del siglo XVI y XVII que así lo atestiguan. En 1996, por su arquitectura e importancia cultural y religiosa, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Este monte sagrado está ubicado a 150 kilómetros de Chegdu, y su superficie es de profusa vegetación. Abundan allí las especies de los más bellos animales, como el panda rojo, el faisán dorado y diferentes subespecies de primates.
Otro de los atractivos principales de Emeishan es la gran cantidad de templos y piezas arquitectónicas fastuosas que alberga. El Monasterio Baoguosi es el primero que se visita cuando se emprende el ascenso a la cumbre de Emei, y es también el más importante de todos ellos. Fue fundado en el siglo XI.
El Monasterio Fuhusi es el que sigue en el recorrido hacia la cima. Está protegido por los pinos y las extensas sombras que proyectan, y cuenta con tres pabellones budistas en su interior.
Dragón Negro y Dragón Blanco son dos arroyos que rodean, kilómetros más adelante, al Pabellón Qingyin. Está enclavado en un paisaje compuesto de acantilados de generosa vegetación.
El siguiente monasterio será el de Wannian, el más antiguo de Emeishan. Allí, se puede admirar una magnífica estatua de bronce datada en el año 960, que representa a un ilustre iluminado en el camino del Budismo.
El viaje a pie llega a su fin en Jieyin, donde una telesilla transporta a los exhaustos aventureros rumbo a la Cumbre de Oro. Con 3099 metros sobre el nivel del mar, la cumbre es el pico más alto de la montaña, y el destino último del recorrido.
Foto Vía: Vladimir Dinets
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